Hizo parte de una numerosa familia que llegó del Lejano Oriente y marcó en la historia del municipio de Anzoátegui toda una época. Conservador, fue protagonista del período oscuro de la Violencia que sacudió a este territorio. Analiza autocríticamente este fenómeno al transcurrir su existencia y acercarse su ocaso. En Anzoátegui, en la panadería de doña Ligia Morad de Herrera, precisamente su hermana, logramos este valioso testimonio sobre el tema que venimos desarrollando el 23 de septiembre de 1994.
“Antes de que llegara la carretera había una violencia muy fuerte, muy dura, muy dura. La carretera se construyó en un período de suma violencia. Esa carretera la construyeron con maquinaria,
Hornos de reverbero y crisoles de la época fueron hallados en perfecto estado.
no fue a pico y pala. La terminaron siendo gobernador el doctor Rafael Parga Cortés, a él le tocó la terminación y la inauguración, que para la época de la inauguración no pudo asistir al pueblo el gobernador, recuerdo con mucho detalle eso, porque en esos días casualmente fue la masacre, la última que hizo Sangrenegra en El Placer y que mató a 32 personas incluyendo a cinco niños, los cuales fueron fritos en grandes sartenes”.
“De manera que por eso le digo que la carretera se construyó en una época de una violencia dura. La gente del pueblo hizo la inauguración”.
“Recuerdo los asaltos que hubo. El primero fue durante la elección de Alberto Lleras Camargo. Fue en Los Guayabos. Mataron a 32 personas. Después Sangrenegra hizo otro en el mismo sitio y mató a 28 personas. Después otro más arriba: En Juntas, donde mataron a 22 personas. En esa carretera Cruce de Palobayo-Anzoátegui hubo varios asaltos”.
“La violencia fue política, totalmente por política, la cual fue generalizada en todo el país. Eso sí lo recordamos todos. Fue una cosa hecha por los políticos, un mal recuerdo que debemos tener todos los colombianos para con los políticos actuales que han manejado a este país”.
“Esta es una oportunidad que agradezco para desahogarme un poquito. Yo sufrí harto en la violencia, porque fue muy cruel, muy dura. Sobre todo cuando hoy viene uno a desengañarse, a darse cuenta de la verdad de lo que hicieron los políticos liberales y conservadores con nosotros los campesinos”.
“Esa violencia la hicieron ambos partidos: El Partido Conservador y el Partido Liberal, dirigidos por los grandes económicamente. No encontraron otra salida que poner al pueblo a matarse unos contra otros. Hecha por ellos, es una responsabilidad que tienen los dirigentes políticos en Colombia para con los colombianos”.
“La masacre de Los Guayabos en la elección de Alberto Lleras Camargo, comenzando el Frente Nacional, la otra el 15 de agosto de 1956 en el asalto a Betulia, más las otras narradas”.
“El 15 de agosto de 1956, estábamos nosotros aquí tranquilos por la mañana cuando llegó Mardoqueo Hernández a caballo en una yegua colorada, montando en pelo, y llamó a mi hermano Alfonso y le dijo que la chusma estaba en Betulia a cinco kilómetros del casco urbano, que había matado un mundo de gente, entre ellas a unos muchachos de apellido Espinosa. Entonces nos bajamos. Y claro, ahí estaba esa gente borracha, que al darse cuenta de nuestra presencia se replegó a la Puerquera, donde peleamos todo el día y parte de la noche, porque la gente del pueblo y muchos campesinos salimos a pelear. Hubo muchos muertos”.
“Era un día soleado. Todo el pueblo se solidarizó con los que estábamos peleando. Había caído mucha gente. Nos mandaba comida y los demás elementos para sostener la pelea. El tipo de arma que usábamos era el fusil punto 30, pistolas y revólveres. Los enemigos venían bien armados y con harto parque (plomo), porque entre los que cayeron les encontramos hartas armas y bastante parque”.
“De los nuestros, el único muerto fue el agente de policía que nos acompañó. Cayó de en medio de Alfonso, mi hermano y yo. Se le trabó el fusil y al sentarse a destrabarlo le pegaron un tiro en el cuello y lo mataron en seco. También murió un muchacho Castro que estaba recién salido de las filas del Ejército Nacional”.
“Los refuerzos de la Policía llegaron a las seis de la tarde, cuando la pelea estaba terminando y yacían en el piso más de 28 muertos enemigos. Esta batalla se presentó –repito– el 15 de agosto de 1956, fecha memorable para uno y que resulta inolvidable”.
“El papel de la mujer fue muy importante, porque demostraron mucho valor, entusiasmo y acudieron de muy buena manera a ayudarnos, llevando comida y otros elementos esenciales. Entre otras: Las Mora, las Espinosa de Betulia y de Anzoátegui, Ligia Morad Montoya”.
“El objetivo de los chusmeros al meterse al municipio era por retaliación política, porque, como le he venido diciendo, la pelea era por política. La Violencia en el municipio fue muy dura, demasiado dura. En la batalla de Betulia no estaba Sangrenegra”.
“Este personaje yo lo conocí desde muy joven. Nosotros negociábamos con ganado y en una ocasión fuimos al municipio de Santa Isabel, donde un señor Manuel Aguilar a comprarle un ganado y negociamos 25 novillos. Necesitamos un muchacho para que los trajera. Ese muchacho resultó siendo Jacinto Cruz Usma (Sangrenegra), que tenía para la época unos 15 años y era muy guapo. Era moreno, de buena estatura, fuerte y buena constitución física”.
“Se volvió malo por el ambiente malo de la época. Por parte de la mamá era conservador y por el papá liberal. Yo los conozco. Conocí los padres de Sangrenegra. Sangrenegra no fue mera fama, fue muy sanguinario. Mataba de todo, incluyendo niños, lo que se convirtió para él y todo el mundo en su mayor desgracia. El solo hecho de saber que era de filiación política contraria era motivo para matarlo, no importaba que fuera niño, anciano, lisiado o mujer”.
“En la segunda masacre que se presentó en la carretera Cruce de Palobayo-Anzoátegui murió un señor liberal de apellido Flórez, un señor Pardo, un muchacho Luis, conservadores de Palomar, lo mismo que un muchacho llamado Custodio Agudelo”.
“En la masacre de Juntas cayó una señora Rosita con una niña de seis o siete años, el señor Domingo Zambrano, un odontólogo caldense de buena familia, mucha gente más conocida en el municipio y de la tierra fría. Yo me encontraba en Anzoátegui. De la primera masacre me enteré un domingo por la tarde, un día de elecciones. La segunda, que fue en Juntas, fue un viernes y me enteré por la tarde. La tercera, que también fue en Los Guayabos, me enteré un viernes por la tarde”.
“También tengo conocimiento de la masacre de El Placer, los días previos a la inauguración de la carretera, siendo gobernador el doctor Rafael Parga Cortés, quien tenía planeado asistir a las festividades, pero se abstuvo. Le dio miedo. Creo que hubo 32 muertos. Esta masacre fue comandada por Sangrenegra. Yo fui amigo de la familia Espitia y en la casa de ella fue la horrenda masacre en su mayoría. Esa familia contaba que lo había conocido porque era paisano”.
“Repito: A mi entender el origen de la Violencia es culpa directa de los jefes nacionales de los dos partidos tradicionales. Ellos no han escatimado esfuerzos para ocupar los puestos altos del país, a costa de todo. La política tiene una definición: El arte de gobernar, manejar, dirigir los pueblos. Pero ellos la convirtieron en el arte de ultrajar, de explotarnos y de maltratarnos con el fin de conseguir prebendas personales para ellos”.
“La violencia la hicieron los grandes jefes en la capital del país y de allí nos la mandaron aprovechando el deplorable estado de ignorancia de los pueblos. Y nos pusieron a matarnos unos con otros. Y ellos sacaron partido de ello, porque como dice el dicho que es muy cierto: El que pesca en río revuelto, pesca muy bien”.
“Fueron muchos los chusmeros que merodeaban por la región. Por ejemplo Helí Bonilla, Chispas, Desquite, de quien fui amigo personal de éste último. Fue un hombre impelido a actuar de esta forma por detalles que le pasaron en la vida. Yo estuve preso con él, allí nos hicimos amigos. Luego, cuando actuaba en el municipio de Armero, nos entrevistábamos con mucha frecuencia. Nos estimábamos mucho. Fuimos buenos amigos”.
“El día que lo mataron, estaba yo en la casa de mi hermano, me llamaron de la granja, que era la base del batallón Colombia, porque el coronel José Joaquín Matallana sabía que yo lo conocía perfectamente, para que le hiciera su reconocimiento. Vino entonces un sargento con tres soldados a la casa y me recogieron en un jeep. Lo tenían tirado en un corredor como un perro. Inmediatamente lo conocí. ‘Sí, este es William Ángel Aranguren’, le dije al coronel Matallana”.
“Lo mataron en Junín en una finca. Él ya se le había escapado en varias ocasiones al Ejército. Tal vez los mismos dueños de la finca le avisaron al Ejército. Rodearon la finca y cuando intentó huir lo asesinaron”.
“Conocí a Helí Bonilla en Palomar, población que tenía un empuje económico grandísimo. Con frecuencia subíamos a negociar ganado. En cierta oportunidad le pagaron un machetazo en la cara que le deformó la nariz. El finado Belisario Díaz, que Helí Bonilla mató después en Toscana, recogió plata para ser llevado a Ibagué. Incluso nosotros aportamos algún dinero”.
“Cuando quemaron el caserío de Puerto, yo estaba en los Llanos Orientales. Muy pronto me di cuenta de la trágica noticia, creo que tres o cuatro días después. Un tío de la esposa mía, que vivía en Villavicencio, mientras yo trabajaba en Guamal tenía negocio allí de mercancía. Me llevó la noticia en una de las visitas que hice a Villavicencio”.
“Me dijo que había habido una cantidad de muertos, entre ellos mi hermano Alfonso y mi suegro Juan Gallego. Claro, como tenía toda la familia en Anzoátegui, inmediatamente me vine. La carretera llegaba para entonces hasta Betulia. Entré a Armero y me subí con mi hermano José. Llegamos a Betulia a las seis de la mañana y al primero que vi fue a mi hermano Alfonso, apeándose del brioso caballo colorado. Iba para Ibagué. Él me contó todo. Me dijo que no era Puerto yendo para Palomar, sino Puerto Colombia, yendo para Lisboa, el 7 de diciembre, al parecer ordenado por Helí Bonilla”.
“Puerto Colombia era un pequeño caserío, que tenía capilla y cementerio. Mataron 13 personas. La masacre la comandó un tipo de San Juan de la China, de nombre Gelo Upegui de filiación conservadora”.
“En la región de Santa Bárbara, para una Semana Santa, concretamente en Cuminá, asaltaron la gente que iba para Venadillo a rezar y en una enramada de los Garzón, en casa de un viejo apodado Copo, mataron 14 conservadores. Después en ese mismo lugar, hubo otra masacre y mataron entre seis y siete personas, pero ya de filiación liberal. El ritmo salvaje de la violencia marcaba la muerte de un bando e inmediatamente la muerte doble del otro bando”.
“Los pájaros en sí, en el pueblo, eran buenas gentes, gente sana pero que a raíz del asalto de Juntas, cuando mataron a Laura Aristizábal de Lombana, esposa de Rubén Lombana Méndez, ella tenía unos hermanos, quienes inundaron el municipio de pájaros traídos del Valle, que fueron los que más vainas hicieron aquí. Entre los famosos pájaros se encontraban: Alfonso Moncada, Bertulfo Murillo, natural de la vereda El Fierro de Anzoátegui, apodado El Amigo, un hijo de Arturo González apodado El Negro de Anzoátegui y muchos más”…
“El padre Luis Alfonso Gómez, que mis palabras no lo ofendan, le presencié una acción que tal vez de ahí vino su malquerencia hacia mí. En una ocasión mataron en la vereda La Bandera a un señor, su esposa y un peladito pequeño. Corrió la versión de que los autores del múltiple crimen eran Luis Manjarrez, un tal Muñoz y otro que no recuerdo”.
“Ahí, donde era la escuela anexa, cerca al templo y el parque Los Fundadores, la Policía los cogió de noche y los colgó para que cantaran la verdad y confesaran el crimen. Esa noche, el cura Gómez, en presencia mía y del señor Miguel Ocampo, llamó al sargento de la Policía y le propuso que sacara a esos tipos de ahí, que ya tenía el hoyo hecho en el cementerio. Que los llevara y los matara allá y los enterrara. Llamé a mis hermanos Alfonso y Óscar. Alfonso era el alcalde municipal en ese momento. Les conté, diciéndole a Alfonso que era su responsabilidad exclusiva como alcalde proteger la vida de esos campesinos. Nos amanecimos cuidando a esas personas que eran de filiación liberal”.
“Confirmaba la frase del padre Luis Alfonso Gómez dicha en Lisboa de que matar liberales no era malo. Eso es auténtico, es positivo. Él fue uno de los auspiciadores de la violencia en Anzoátegui, porque escondía a los pájaros en la casa cural y prestaba las imágenes de las vírgenes para traerles plomo, pólvora y otros pertrechos”.
“Antes del 9 de abril de 1948, el jefe conservador en Anzoátegui era mi hermano José. Vivíamos en la casa que posteriormente fue propiedad de Pacho Barragán, donde funcionó por largo tiempo la oficina de la empresa Rápido Tolima S.A. Esa fue la casa materna de nosotros”.
“Una noche le metieron una bomba en la pieza que José dormía, pero él no estaba. Vino la solicitud al alto gobierno para que se nos diera amparo. Entonces mandaron Policía boyacense (chulavita), de tal manera que la Policía vieja la mandaron para la inspección de Lisboa y la “nueva” para Anzoátegui. Esa gente no cometía desmanes, cumplía con su deber”.
“Vino el 9 de abril y esa Policía nos defendió. Donde hubiera estado la anterior, nos acaban a todos. Los chulavitas como tales empezaron a actuar en 1950 o 1951 más o menos”.
“La policía chulavita vino en el gobierno de Mariano Ospina Pérez, pero no hizo desmanes. Inicialmente, vinieron unos diez u once, más o menos. El primer alcalde que utilizó esa Policía fue un viejito que no era de Anzoátegui. Recién pasado el 9 de abril, mi hermano se radicó en el municipio de Armero”.
“Con motivo del Frente Nacional, el municipio tuvo un receso de paz, más o menos de 1957 a 1962, porque en seguida se recrudeció la violencia con bastante fuerza”.
“El Pacto de los Eucaliptos en el páramo, la vereda La Cascada, era un pacto de respeto mutuo entre los habitantes de la tierra fría y los del pueblo, en aras de aclimatar la paz y la convivencia en la región. Eso fue cierto. Ese mismo pacto se hizo también con el municipio de Venadillo, porque ni los mismos liberales podían bajar a ese municipio porque eran considerados conservadores. Yo participé de los diálogos de La Cascada, pero no recuerdo la fecha. Mucha gente estuvo de acuerdo, sobre todo cuando se comenzaba a caer el velo y la verdad salía a flote. Era una violencia estúpida de conservadores pobres contra liberales pobres”.
“El coronel José Joaquín Matallana trajinó por todas estas tierras de Anzoátegui en lo que él llamaba Proceso de pacificación. Su obsesión era Sangrenegra. Yo fui amigo personal del coronel. Fue el único que trajo la paz en todo el norte del Tolima. Acabó con el bandolerismo de todos los colores por igual”.
“Era un hombre táctico, inteligente, ágil y recursivo. Fui su amigo personal cuando estaba de comandante del batallón Colombia con sede en Armero, exactamente en la granja. El ejército tenía un club de tiro, caza y pesca y nos invitaba los domingos a practicar tiro”.
“Me tocó acompañarlo en una comisión y casi nos matamos, arriba en la Hoyada, porque el helicóptero militar se precipitó a tierra al fallar. No recuerdo la fecha”.
“El comandante llegó preguntando quién conocía esa zona. Junto con Joaquín, un muchacho que lo llamábamos Joaquinillo, nos tocó acompañarlo. Abordamos el helicóptero cerca al cementerio viejo, hoy llamado Alto de los Burros, y llegando al sitio, una corriente de aire lo empujó, chocando con un tronco grande, dañándose una hélice, pero todos salimos ilesos”.
“El coronel Matallana era charlatán con la gente y querendón de la tropa. Ella lo adoraba porque era muy humano, pero severo en el cumplimiento del deber, era un militar completo. Duramos en la expedición seis días”.
“A los poquitos días recibimos la noticia extraordinaria de que Sangrenegra lo habían matado en el departamento del Valle. A Anzoátegui lo trajeron muerto y lo recostaron en el ataúd en la pared del negocio de Argemiro Jaramillo, en la plaza General Anzoátegui. Luego, lo echaron en un helicóptero y lo arrojaron por los lados del río Totare en un sitio llamado El Rumbón”.
“Lamento haber entendido el juego político tan tarde. Hoy por hoy la odio, le tengo asco. El abandono en que nos dejaron los jefes políticos y el olvido total, porque después que promovieron esa violencia política entre los dos partidos, se dividieron en grupos por la ambición estrictamente personal, para continuar en el poder con el dolor de los demás. Siguieron divididos en la plaza pública, pero unidos en la Presidencia y en el Congreso de la República. ¡Qué infamia!”.
“La miseria nos abarca a todos: a liberales y conservadores”: Jorge Montañez
Campesino liberal que habitó la vereda El Brillante del corregimiento de Lisboa, municipio de Anzoátegui. Esta vereda fue fundada en 1980, en cabeza de líderes campesinos como Jorge Montañez, Luis Rengifo, Moisés Medina, Herminia Vargas, Arnulfo Patiño y Camilo Ariza, entre otros.
Jorge Montañez fue el primer presidente de la junta de acción comunal, desempeñando el cargo durante tres años, tiempo en el cual se hicieron obras comunitarias como la explanación para la escuela, el acueducto veredal, la carretera y la explanación para la cancha de fútbol. La entrevista la hicimos en esta vereda, el 10 de septiembre de 1995. Montañez fue víctima de varios atentados teniendo que salir desplazado de la zona.
“Cuando la muerte del doctor Gaitán, yo viajaba a Ibagué por Casebanco y me encontré con un amigo que llevaba un camión y me llevó a Barrancabermeja a traer gasolina. Ese caso de la muerte de Gaitán me sucedió allí. Me tocó durar tres días en una alcantarilla hasta que hubo paso para nosotros, porque los carros que cogían lo quemaban y a los conductores los mataban”.
“La Violencia en esta región que después habría de llamarse El Brillante fue aterradora. Por eso hay todavía muchas fincas caídas, porque los nuevos que han llegado son muy flojos y se encuentran totalmente desmoralizados. Las personas trabajadoras fueron matadas, fueran de un partido o del otro, porque aquí la Violencia fue por colores y a nosotros los campesinos nos dejaron en la miseria”.
“La región estaba poblada de campesinos liberales y conservadores, pero a raíz de la violencia solo se salvaron las mujeres; nosotros los varones que logramos escapar fueron muy pocos y muy resistentes, porque lo cogían encerrado en la casa y le prendían fuego teniendo uno que morir carbonizado. Le regaban ante todo gasolina”.
“Tenía la mayoría el Partido Conservador, dominaba al Partido Liberal. Por ello nos tocó emigrar de estos lugares. Salimos con pasaporte firmado por don Oliverio Fonseca. Con él pasamos el puente de Girardot. El que no fuera conservador no podía pasar al departamento de Cundinamarca. Yo salí camuflado de conservador y así salvé mi vida”.
“Durante el tiempo que vivimos en esta región de El Brillante, en el día trabajábamos y en la noche dormíamos afuera, en el campo. Desafortunadamente a nosotros nos desarmaron. Vino la policía chulavita y nos quitaron las armas y las peinillas que cargábamos en la cintura. Nos dejaron a merced del miedo y del temor. No fuimos capaces de unirnos para defendernos. Se formaron los dos bandos: los pájaros y los chusmeros. Los trabajadores no teníamos ninguna protección ni de uno ni del otro, menos del gobierno nacional”.
“Esta región quedó sola. Unos se fueron para Cundinamarca, otros para Boyacá, los Llanos Orientales y Caquetá. Cuando empezamos a regresar, yo en 1962, ya había otras aptitudes y actitudes en la zona. Ya no era el problema partidario por los colores, sino la bestial delincuencia de bando y bando”.
“Es indudable: La Violencia tuvo varias etapas. La primera fue por los colores políticos y la segunda por el hurto de los bienes hasta de sus mismos copartidarios. En 1983 o 1984, no tengo bien claro el año, me tocó emigrar de nuevo a Ibagué, porque me pegaron un tiro en la cabeza. Fueron los facinerosos, los ladrones. Porque si uno tenía una carga de café o un animal, se lo llevaban. Esa delincuencia no la pudo controlar el gobierno con todo su aparataje represivo, la vino a controlar la guerrilla”.
“La quema de casas con los campesinos dentro fue exactamente en China Alta. Yo vivía en la vereda La Lindosa. Una noche vino la Policía chulavita. Yo me encontraba con tres amigos campesinos. Afortunadamente, me gusta dormir sin pantalones pero con calzoncillos. La casa no tenía zarzo. Llegaron y le rociaron gasolina y le prendieron fuego. Yo les dije a los compañeros: ‘Yo no me voy a dejar quemar aquí, así me toque que morirme, pero yo me salgo’”.
“Utilizando una escalera subimos al remedo de zarzo y nos tiramos. Uno de los policías intentó detenernos, pero el instinto de vivir es muy fuerte y logramos escapar”.
“Antes de la Violencia, los conservadores iban al municipio de Alvarado y los liberales venían a Lisboa. Era un comercio activo y permanente. Todo lo acabó la Violencia. Hoy solo existen los recuerdos y la soledad sonora”.
“La causa de la Violencia son los partidos tradicionales. Ese maldito cuento que unos tenían que ser liberales y los otros conservadores, sabiendo que la miseria nos abarca a todos por igual”.
“La solución a la Violencia, que, dicho sea de paso, no es cosa del pasado, porque sigue la violencia contra el pueblo, estaría en un gobierno sin partidos, que no existan los colores; un gobierno que haga por todos: por el viejo, por el joven, por el blanco, por el negro, por el rico y por el pobre. Sin embargo, eso es difícil en Colombia que se realice porque los poderosos tienen el poder, no lo sueltan fácilmente y había que derramar mucha sangre para que el pobre llegara a ese poder y hacer justicia para todos”